jueves, 21 de marzo de 2013

La verdadera fuerza del trabajo.


Reflexionar sobre la fuerza del trabajo es hacerlo sobre la lucha por una jornada laboral, y hacerlo desde el pensamiento marxista está de total actualidad en los tiempos que nos toca vivir. Obviamente salvando las diferencias temporales y terminológicas de las diferentes épocas históricas.

El secreto del trabajo está en producir una mercancía que se pone en el mercado y se vende y con ello, se genera un ciclo económico que propicia negocio y beneficio al comerciante – vendedor que después se convierte en consumidor de otro producto y así sucesivamente.

Este benéfico que reporta la venta del producto es como consecuencia del trabajo de más que realiza el obrero, trabajo no retribuido. De este trabajo no retribuido deben vivir en general todos los miembros ociosos de la sociedad, de ello, junto con la renta del trabajo salen los impuestos sobre los que descansa el orden social existente.

El trabajo no retribuido –plusvalía o beneficio del capitalista- no es un invento de la época actual en la que la producción corre a cargo de los capitalistas de una parte, y de los asalariados de otra.

Los asalariados siempre han sigo la clase oprimida y se han visto forzados a rendir trabajo no retribuido en todas las épocas de la historia, desde la esclavitud, donde los trabajadores trabajaban mucho más de lo que les pagaban en forma de medio de vida, hasta la Europa del bienestar y de las crisis, en la que una parte minoritaria de la sociedad acumula los medios de producción y el/la obrero/a, libre o no, no tiene más remedio que añadir al tiempo durante el cual trabaja para su propio sustento un tiempo adicional para producir la ociosidad de los propietarios de los instrumentos de producción.

Al capitalista le interesa que la jornada de trabajo sea lo más larga posible porque en ello le va la acumulación de beneficios, en ocasiones indecente.  Cuanto más larga sea la jornada de trabajo mayor plusvalía rinde.

Ante este planteamiento está el instinto del obrero que le dice, que cada hora más que trabaja después de reponer su salario, es una hora que se le sustrae ilegítimamente, al menos así debía de ser, y ello lo sufre en su salud física, social y cultural. Mientras que el capitalista lucha por sus ganancias, el obrero lo hace por su salud, por su descanso y por su desarrollo como ser humano.

Es justo reconocer que no solo depende de la buena voluntad de cada capitalista en particular luchar o no, por sus intereses sino que la competencia leal y desleal del sistema, le obliga a seguir esa huella haciendo que sus obreros trabajen igual que los otros, de ahí la importancia del derecho laboral, del diálogo como instrumento para las relaciones laborales y de la formalización de una jornada laboral.

La lucha por conseguir que se fije una jornada de trabajo, actualmente muy denostada por los poderes políticos y económicos, dura desde la aparición en la historia de los/as obreros/as libres y hasta nuestros días. En la actualidad rige una teórica jornada laboral pero en la práctica, solo puede decirse que existe una verdadera jornada normal de trabajo allí donde la Ley la fija y se encarga de velar por su aplicación o bien, donde existe una fuerte tradición de sindicar el trabajo. No es el caso de España donde la legislación laboral (Reforma Laboral) otorga a los capitalistas el gobierno de la gestión de la misma y debilita la sindicalización del trabajo generando una profunda desprotección para las clases trabajadoras.

Haciendo un breve análisis de la evolución de la jornada de trabajo, podemos hacer referencia a que los obreros de la industria inglesa arrancaron una ley reguladora a fuerza de años de lucha contra los capitalistas industriales, acompañó en la época el inicia de la libertad de prensa y el derecho a reunión y asociación, lo que hoy quiere restringir el gobierno actual, que explotaron hábilmente las disensiones en el seno de la propia clase gobernante, justo lo contrario a lo que hoy a toda costa, está intentando el poder económico, mediático y político agrediendo la honorabilidad de la libertad de prensa y del libre asociacionismo de las trabajadoras y trabajadores.

En este sentido, podemos afirmar que las disensiones en las clases dominantes son propicias para las clases trabajadoras  porque el sufragio universal obliga a los dominantes a captar simpatías entre los/as obreros/as. En estas condiciones, es una obligación rearmar en la dirección del derecho, de la libertad y de la justicia social el enorme potencial que tiene la fuerza del trabajo.

miércoles, 13 de marzo de 2013

IV PACTO ANDALUZ DE TURISMO


En el día de ayer, 12 de marzo de 2013, hemos presentado en Huelva el IV Pacto Andaluz de Turismo en el que hemos participado el Viceconsejero y la Delegada Territorial del ramo, el responsable del sector de hostelería de  la FOE, el secretario general de CCOO en Huelva y yo mismo.
El acto ha constado de dos partes, una primera rueda de prensa y con posterioridad una presentación a los/as responsables y profesionales del sector en la provincia.
Entre otras cuestiones, he destacado en mi intervención lo siguiente:
El IV Pacto andaluz de Turismo es un acuerdo que se incorpora dentro del compromiso del VII Acuerdo de Concertación de Andalucía por tanto, forma parte de una reflexión compartida y consensuada de los actores del mismo, lo que le otorga un valor intrínseco en sí mismo, el valor del diálogo, del concierto y del compromiso con el desarrollo socioeconómico de Andalucía, algo tan denostado en estos tiempos por la acción de gobierno del PP y que sin embargo, forma parte de la identidad del modelo social y de desarrollo con la que hemos dotado nuestra democracia.
El acuerdo firmado el pasado 18 de febrero en Málaga, es un acuerdo que hace posible la cohabitación de la sostenibilidad integral, del empleo, de la excelencia y de la competitividad del sector, todo ello dibuja una hoja de ruta para el presente y para el desarrollo futuro de un sector estratégico para Andalucía y para Huelva. Por lo que, en mi opinión, están perfectamente asentadas las líneas de actuación y estrategias presentes y futuras.
De entre los 10 objetivos y 11 líneas estratégicas que contiene, he destacado, por su interés para Huelva: la apuesta por el medioambiente, no en balde Huelva cuenta con el 33% del territorio provincial protegido con diversas figuras jurídicas de protección, cuenta con parajes únicos y exclusivos en el mundo como son Doñana y la cuenca del rio Tinto. La apuesta por la cultura y el turismo sostenible, que para una provincia milenaria como Huelva donde se conservan vestigios megalíticos, de civilizaciones Tartéssicas,  Fenicias, romanas, árabes, etc , hasta un profundo poso de tradiciones y folklores. La lucha contra la estacionalidad, principal preocupación del sector. En este sentido, he trasladado a los presentes la imperiosa necesidad de que entre todas las partes, seamos capaces de volver a poner a Huelva en las agendas de las prioridades de las diferentes administraciones para que se ejecuten las inversiones en las infraestructuras que son indispensables para la provincia, tales como el desdoble de la N 435, las comunicación es ferroviarias con Sevilla mediante la alta velocidad y la línea ferroviaria Huelva – Zafra que conecta la capital onubense con Extremadura. Todas estas infraestructuras proyectadas, presupuestadas y algunas de ellas adjudicadas a empresas, pero paralizadas por el Gobierno del PP.
He destacado igualmente la importancia de la MESA DE SEGUIMIENTO DEL TURISMO, por el carácter de dinamismo que le otorga al Pacto el hecho de que los agentes firmantes puedan estar haciendo el seguimiento del desarrollo y la evaluación del mismo, por lo que he solicitado la provincialización de esta MESA DE SEGUIMIENTO para que desde Huelva podamos formar parte del desarrollo y mejora futura del Acuerdo.
He solicitado un firme compromiso, especialmente al tejido empresarial, para dar estabilidad y calidad al empleo y que éste no sea el factor que impulse la competitividad de las empresas y del propio sector. Por lo que habría que asumir el reto de generar tejido empresarial endógeno (inexistente) que tenga compromiso y arraigo con el territorio y  su desarrollo y evite la deslocalización de empresas y cadenas hoteleras.
En definidas cuentas, los mimbres contenidos en el Pacto son buenos mimbres y ahora nos toca a todas las partes, tejer un magnífico cesto para lo cual hay que poner en práctica las cuatro “C” de: Corresponsabilidad. Compromiso. Competencia leal y Calidad.

martes, 5 de marzo de 2013

La fuerza del trabajo genera el beneficio empresarial.


La lucha de clases existe desde siempre y probablemente existirá por siempre. Desde que hay capitalistas y obreros/as, hay desigualdades entre unos y los otros, entre opresores y oprimidos.

La relación contradictoria entre el capital y el trabajo es el eje sobre el que gira la estructura social moderna y que ninguna teoría económica ha sido capaz de resolver, desde la burguesía tradicional hasta las teorías Keynesianas. Sólo Marx en su obra “El Capital”, hace un correlato riguroso de esta contradicción que se aproxima a la certeza científica.

La economía política enseña que el trabajo es la fuente de toda la riqueza y la medida de todos los valores, de forma que los objetos que hayan costado el producirlos el mismo tiempo de trabajo, tienen el mismo valor. Y como sólo pueden cambiarse entre sí valores iguales, esos objetos deben poder ser cambiados los unos por los otros. Pero al mismo tiempo esta misma economía política, nos dice que existe una especie de trabajo acumulado al que se le da el nombre de capital, y que ese capital gracias a los recursos auxiliares que encierra eleva la capacidad productiva del trabajo vivo, gracias a lo cual exige una cierta remuneración que se conoce como beneficio o ganancia.

Ello nos lleva a una realidad contrapuesta a la lógica, por la que mientras las ganancias (trabajo muerto) acumuladas crecen en proporciones desmesuradas y los beneficios de los capitalistas se hacen cada vez más gigantescos, el salario del trabajo vivo se reduce cada vez más, y la masa de los obreros que viven exclusivamente de un salario se hace cada vez más numerosa y pobre.

El sistema propicia más valor al trabajo muerto (beneficios) que al trabajo vivo (salarios) y para ello es preciso contar con cada vez mayor mano de obra para generar más trabajo muerto (beneficio) para los capitalistas.

¿Cómo resolver esta contradicción? ¿Cómo es posible que el capitalista obtenga ganancias, si al obrero se le retribuye el valor integro del trabajo que incorpora a su producto?, teniendo en cuenta que el cambio siempre supone valores iguales. Por otra parte, ¿cómo pueden cambiarse valores iguales y retribuirse al obrero el valor integro de su producto, si este producto se reparte entre él y el capitalista?.

Ante estas contradicciones, ni la economía al uso, ni los críticos socialistas de la teoría de la economía política han sido capaces de dar una respuestas lógica y convincente, hasta que Marx formuló el concepto de la ganancia, “la plusvalía”, remontándose a su verdadera fuente y poniendo claro con ello todo el problema.

¿De dónde nace entonces la plusvalía? Los capitalistas valorizan su capital por medio del cambio, comprando mercancías con su dinero para venderlas después por más de lo que les han costado. Esta diferencia es lo que Marx llama “plusvalía”, pero ¿de dónde nace esa plusvalía?. Partimos del supuesto aceptado en economía, de que solo se cambian valores iguales, por lo que no parece que comprar una mercancía para venderla posteriormente pueda generar plusvalías, ni tan siquiera, genera plusvalías cambiar una monedas por otras. El poseedor del dinero después de realizar esta operación no es más rico, ni más pobre que antes, simplemente tiene el mismo dinero porque ha cambiado valores iguales. Tampoco nace la plusvalía del hecho de vender las mercancías por más de lo que valen, o bien que los compradores compren por debajo del precio de mercado, porque los que son ahora compradores, serán después vendedores, y por tanto, lo que ganan en un caso lo pierden en el otro. Ni puede provenir de que los vendedores y compradores se engañen los unos a los otros,  ya que no se crearía valor nuevo, sino un cambio de la distribución del capital existente entre los capitalistas.

Para explicar esto en el modelo social vigente el capitalista encuentra en el mercado una mercancía que al consumirse engendra un nuevo valor, esta mercancía es la fuerza del trabajo, y su valor viene determinado por el trabajo necesario para producirla. La mercancía “fuerza del trabajo” existe bajo la forma de obrero vivo, quien para vivir y mantener además a su familia que garantice la persistencia de la fuerza del trabajo aún después de su muerte, necesita una determinada cantidad de medios de vida. El tiempo de trabajo para producir estos medios de vida representa el valor de la fuerza del trabo. Si el capitalista se lo paga semanalmente al obrero, compra con ello el uso de su trabajo durante una semana.

El capitalista pone a su obrero a trabajar  y éste, al cabo de determinado tiempo suministra la cantidad de trabajo que representa su salario semanal. Supongamos que el salario semanal del obrero equivale a tres días de trabajo, con lo que, trabajando de lunes a miércoles habría reintegrado al capitalista el valor íntegro de su salario, pero el obrero no deja de trabajar ya que el capitalista ha comprado el trabajo de una semana. Por tanto, el obrero tiene que seguir trabajando. Este trabajo extra del obrero (plus trabajo) después de cubrir el tiempo necesario para reembolsar al capitalista su salario, es la fuente de la plusvalía, de la ganancia, del incremento progresivo del capital.

Puede cuestionarse el hecho de, en qué tiempo rescata el obrero el salario que percibe; pero lo que es incuestionable es, que el obrero trabaja para el capitalista sin retribución un tiempo determinado después de reponer el salario. Y esto no es una suposición porque cuando el capitalista solo saque del obrero el trabajo que le remunera mediante el salario, cerraría la fabrica al no tener ganancias.